
Nuevas Paternidades
Hoy, el lugar del padre está más pensado como parte de un equipo. Se habla de Parentalidades, para considerar con el mismo estatuto a maternidades, paternidades y otros modos del armado de las familias. También se plantea lo que se denomina “coparticipación parental”, para poner en escena que se trata más de un equipo de crianza y cuidado en el que los roles son dialécticos y en movimiento. La única tarea que no es posible intercambiar es la de gestar, parir y amamantar, todo lo demás puede ser realizado indistintamente por cada miembro de este equipo. Esta línea de pensamiento reflexiona acerca de la fuertemente arraigada concepción que sitúa a la madre en el centro de la función de criar, quedando el padre confinado a la periferia.
En nombre de un "instinto maternal", que como concepto está siendo también problematizado, "... la madre posee un saber-hacer instintivo, que le permite mejor que nadie lo que su hijo necesita (es, por ende, irremplazable). Dicho instinto la guiará para encontrar siempre el camino adecuado en la relación con el hijo, es infalible … Exaltando a la madre se pierde o minimiza al padre” (Ana María Fernández: “La mujer de la ilusión”.
Se hace necesario continuar con un fuerte desarrollo y profundización de las deconstrucciones de formatos patriarcales, en los que las mujeres deberíamos contar con un “saber hacer” sobre la crianza, en el que los hombres-padres podrían descansar. Esto construye maternidades hiper exigidas para las mujeres y paternidades inoperantes para los hombres.
“¿Recuerdas que en la primaria aprendimos que el verbo es una palabra de <acción>?. Pues bien, un padre es tan verbo como una madre… debería hacer todo lo que la biología le permite, que es todo menos amamantar. En ocasiones las madres, tan condicionadas para ser y hacerlo todo, son cómplices de la reducción de la función de los padres”. (Adichie Chimamanda: “Cómo educar en el feminismo”)
El Padre como autoridad simbólica
Desde el psicoanálisis, siempre se ha pensado al padre como “interdictor”, como elemento tercero que rompe la díada madre-hijo, para la salida exogámica del cachorro humano. Si bien esta función de corte es necesaria en la constitución subjetiva, no es única y necesariamente en la persona del padre que esta función se encarna. Se trata de una función que pueda mediatizar y relativizar una modalidad de vínculo que tiende a la totalización y a volverse alienante.
Cuando un/a hijx llega y entra en la dinámica familiar, tanto para quien lx cría como para el/la hijx mismx, la función de corte es indispensable. Los vínculos materno/paterno-filiales pueden ser fagocitantes y abrumadores por momentos, y no solo respecto de la diada madre-hijx. Para cualquiera que se haga cargo de la crianza y cuidado de un/a hijx el vínculo puede resultar devorador. La alternancia es lo que permite que esos vínculos puedan sostenerse sin llegar a desbordes inmanejables.
Todavía queda mucho por andar, deconstruir y reconstruir en los caminos de la crianza y del lugar del padre en ese escenario: “... si el psicoanálisis no tiene recursos para teorizar las relaciones de un hombre con su cría - como no sea a través del referente “interdictor” o a través de la apelación a la función de corte-; si un hombre que asiste a su prole solo puede ser significado como “una buena madre” porque no hay registro posible desde el psicoanálisis lacaniano para las acciones, los afectos y las interacciones de los varones con nuestras hijas y con nuestros hijos, pues habrá que construirlos. Habrá que construir al padre y, simultáneamente, habrá que construir los recursos teóricos que den cuenta de esta construcción.” (Juan Carlos Volnovich: “La construcción del padre”)
Lic. Nadia González Mendy







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