
Por lic.nadiagmendy | 14 Nov 2025 | all
Inteligencia artificial y Psicoterapia
¿Hasta dónde puede llegar la tecnología cuando hablamos de salud mental?
En los últimos meses, muchas personas me han preguntado qué pienso sobre la inteligencia artificial aplicada a la salud mental.
La duda es comprensible: la tecnología avanza rápido, aparecen nuevas herramientas todos los días y es natural preguntarse qué lugar ocupa todo eso cuando hablamos de emociones, vínculos y momentos vitales tan delicados.
Trabajo todos los días con mujeres que atraviesan momentos vitales intensos —embarazos, puerperios, procesos reproductivos, crianza, climaterio — y desde ese lugar también me hago esta pregunta. No desde el miedo, sino desde la responsabilidad de pensar qué es lo que verdaderamente sostiene un proceso terapéutico.
Qué puede hacer la inteligencia artificial
La IA puede ayudar en muchas cosas concretas: organizar información, brindar recursos psicoeducativos, ofrecer recordatorios, ayudar a sistematizar tareas o acercar ciertos contenidos de manera sencilla. En ese sentido, puede ser un apoyo útil, igual que cualquier otra herramienta tecnológica. Pero una herramienta es eso: un complemento.Lo que no puede reemplazar
En los espacios donde trabajo —embarazo, puerperio, reproducción asistida, crianza, climaterio, autoconocimiento — las personas no llegan buscando información, sino un acompañamiento humano. En una sesión terapéutica no solo se escuchan palabras. También se observa la postura corporal, la respiración, el silencio, el gesto que se tensiona cuando se habla de un miedo que cuesta nombrar. Se acompaña la vulnerabilidad, la ambivalencia, los duelos, los deseos, los enojos y las incertidumbres que muchas veces se viven por primera vez. La IA puede ofrecer frases empáticas, pero no puede sentir, ni conectar con el sentir de una persona. Puede procesar datos, pero no puede registrar ni sostener un cuerpo que tiembla de angustia. Puede responder rápido, pero no puede habitar un encuentro donde dos personas construyen confianza. En procesos como un tratamiento reproductivo, un embarazo que recién empieza o un puerperio lleno de contradicciones, lo que se necesita no es velocidad, sino presencia.La fuerza del vínculo
La terapia no es solo una conversación estructurada: es un vínculo. Es un espacio donde alguien puede decir por primera vez “no sé qué me pasa”, “tengo miedo”, “me siento sola”, “no estoy pudiendo”. Y donde la respuesta no es un algoritmo, estándar, sino una persona que escucha, piensa, siente y se implica clínicamente. Y lo hace con ESA persona en ESE momento particular. En momentos donde la vida cambia —cuando nace un bebé, cuando se espera un resultado médico, cuando se transita una pérdida o cuando la crianza desborda— el sostén humano no es opcional: es central.Integrar sin reemplazar
No se trata de negar la tecnología ni de verla como un riesgo. Se trata de integrarla con criterio, usándola como apoyo sin perder lo que hace que la terapia sea terapéutica: la relación real entre dos personas. La IA puede mejorar procesos, facilitar información y ampliar accesos. Pero el proceso emocional, la escucha profunda y el acompañamiento situado siguen siendo humanos. Y eso es algo que necesitamos cuidar.Una conversación abierta
Creo que este es un buen momento para hablar de estos temas con claridad. Para preguntarnos qué esperamos de un espacio terapéutico, qué buscamos cuando pedimos ayuda y qué aspectos de nuestra experiencia no pueden digitalizarse. La tecnología avanza, sí. Pero lo que más necesitamos en momentos de vulnerabilidad —ser escuchadas, contenidas, comprendidas en nuestra singularidad— sigue siendo algo profundamente humano. Nos invito a seguir conversando sobre este tema, a hacer preguntas, a compartir dudas y a pensar juntas y juntos cómo integrar lo nuevo sin perder lo esencial: el encuentro humano que sostiene, acompaña y transforma.Comentarios







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